
Familiares de Darwing Eduardo Zabala Barrientos (31), identificado por las autoridades con el apodo de “El Matute”, negaron que fue en un enfrentamiento con el CICPC de la subdelegación Rubio que resultó muerto, al tiempo que también rechazan que lo hayan tildado de paramilitar “cuando en realidad era un mototaxista sin problemas, que no tenía ningún arma cuando las comisiones llegaron a la casa a matarlo”.
Este viernes, en la morgue del Hospital Central de San Cristóbal, donde tramitaban el reclamo del cadáver, los padres, suegros y la esposa, entre otros parientes de Zabala Barrientos se mostraron indignados, dolidos, pero confesaron que hasta cierto grado atemorizados, por lo que se atrevieron a denunciar, y lo que aseguran que fue lo que en realidad pasó este jueves a las 5:30 de la madrugada en una humilde vivienda marcada con el número 9-A, en la urbanización Cumbres Andinas II, en Rubio, municipio Junín.
“A esa hora estábamos durmiendo cuando llegó la comisión de la PTJ, como 40 hombres, todos armados, buscando a mi hijo. Yo jamás pensé que me lo iban a matar. Llegaron, intercambiaron tiros en la calle entre ellos mismos como para hacer ver que había sido un enfrentamiento. Después, con una mandarria le cayeron a golpes a la puerta, la abrieron y le metieron un tiro a mi hijo, que aún estaba en la cama con su esposa. Él, mal herido, con un balazo en el pecho, se levantó, se fue hasta mi cuarto y se abrazó a mí. Después de todo eso, los PTJ nos sacaron en ropa interior para la calle, pero a Darwing lo dejaron adentro; él extendió los brazos hacia adelante como pidiendo a los funcionarios que si iban por él, que lo detuvieran, pero no lo hicieron, lo mataron como a un perro cuando ya todos estábamos afuera. Escuchamos que él pidió que no lo mataran, y seguidamente tres detonaciones más; después lo sacaron a rastras, y lo llevaron a un centro asistencial, donde llegó con nueve tiros”, contó Eugenio Zabala, padre de Darwing.
Darwing y su esposa estaban durmiendo en una cama ubicada en la sala de la casa de sus padres, explicaron.
“Mi hijo trabajaba como mototataxista en el terminal de Rubio. Salía todos los días a las 7 de la mañana y llegaba a las 5 de la tarde, llegaba con 700 u 800 bolívares. Tenía dos hijos, de 13 y 9. El niño presenció todo lo que pasó, hasta cuando lo sacaron de la casa y lo metieron en la camioneta negra”, agregó Zabala, al señalar que formularon una denuncia ante el Ministerio Público, por considerar que el procedimiento en el que perdió la vida su hijo, fue irregular y arbitrario.
Por su parte, Gersin Centeno, esposa de Darwing, relató: “Aún estábamos en la cama. Cuando escuchamos los disparos en la calle y los golpes en la puerta, él me haló de un brazo y me tiró al piso. Y luego le dispararon. Le colocaron un arma de fuego, pero él no tenía nada de armas y mucho menos los enfrentó; lo mataron como un perro y en el camino me lo terminaron de matar. Todo esto fue por problemas familiares, alguien que tiene mucha influencia y con quien tenemos problemas serios. Pero él no era ningún delincuente, no era paramilitar. Sencillamente me lo mandaron a matar”, aseguró la joven.
Añadió: “Mi mamá, al enterarse de lo que estaba pasando, salió de su casa y en la calle les gritó a los policías que no nos mataran y los amenazó con denunciarlos ante los Derechos Humanos que buscaría a Walter Márquez para denunciar lo que estaba pasado, porque ellos no llevaban ninguna orden de allanamiento, ni Darwing se resistió a ningún arresto y mucho menos hubo enfrentamiento. Para rematar, como a las 11 de la mañana, unos PTJ regresaron a la casa para sacar de la pared las balas que quedaron, pero no pudieron hacerlo porque se los impedimos”.
Gersin confirmó que habían puesto la denuncia ante el Ministerio Público. Reiteró que teme por su vida y por la de su familia, pero a la vez aseguró que buscarán que haya justicia, “que no quede impune, y que tanto los autores materiales como intelectuales de la muerte de Darwing, paguen por lo que hicieron”.
Fuente: lanacionweb.com