Liberado por sus secuestradores el estudiante de la Ucat plagiado en Rubio

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A media mañana, escoltado por funcionarios del Gaes, Edgardo Angarita llegó a la sede militar para rendir testimonio de lo ocurrido.
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Sano y salvo regresó a su casa, este viernes en la madrugada, Edgardo José Angarita Camperos,  de 18 años de edad,  estudiante de la Ucat  que desde  hace 24 días permanecía en cautiverio.

Se dijo que la liberación se dio por la presión policial que mantenía el Gaes en torno a los secuestradores; de hecho, desde las 3 de la madrugada de ayer, una comisión se hallaba en la zona rastreando al muchacho.

Pero fue a las 5 de la mañana, luego de que vendado de ojos y atado de manos, los tres plagiarios que durante todo este tiempo lo custodiaron, lo sacaron del “cambuche” y  lo hicieron  caminar por unos 20 minutos entre  la zona boscosa, para luego darle 50 bolívares “para el pasaje” y decirle que estaba en libertad, en el sector La Granzonera, municipio Junín.

En breve pero emotiva conversación telefónica que el muchacho  sostuvo con Diario La Nación, Edgardo señaló que se encontraba bien, pese a lo que implica  haber estado tanto tiempo en cautiverio. Señaló que estaba contento de reencontrase con sus seres queridos, agradecido con Dios y, también con el Gaes, que lo estuvo buscando durante todo este tiempo.

“Me dejaron en La Granzonera, a las 5 de la mañana. Siempre me mantuvieron con los ojos tapados, me pusieron parches en los ojos. Y en  las manos tenía tirrap. El trato que me dieron fue normal, es decir, no me maltrataron en ningún momento. Tampoco me amenazaron de muerte. Me daban alimentos dos veces al día, y desconocía qué estaba pasando afuera porque la comunicación de ellos conmigo era casi nula” —en la voz del muchacho se sentía la emoción de estar en libertad  y entre sus seres queridos, en su casa de Rubio—.

A Edgardo, estudiante de segundo año de Biología y Química en la Ucat,  siempre lo tuvieron en la montaña del sector La Granzonera. En el “cambuche” donde estuvo, los funcionarios militares hallaron evidencia de interés criminalístico que está siendo analizada.

Al estudiante universitario lo cuidaban los mismos tres sujetos que lo secuestraron, dos con acento venezolano y uno colombiano. Durante todo este tiempo permaneció con los ojos vendados. Dijo Edgardo que además le colocaron un par de parches, para garantizar que no pudiera reconocerlos.

Con los 50 bolívares que los plagiarios le dieron, al decirle “nos vamos, nos descubrieron”, Edgardo subió a un autobús que lo llevó hasta el terminal de pasajeros de Rubio y allí tomó un taxi que lo trasladó a su casa, donde fue recibido por una sorprendida  tía.

No hubo pago de rescate. Pedían por su libertad una suma exageradamente alta, que imposibilitaba poder reunirla, así los familiares del estudiante vendieran la totalidad  de sus bienes, incluso  casas y vehículos, como ya aparentemente lo estaban haciendo.

El regreso del muchacho no pudo ser más inesperado y feliz, contaron quienes pudieron presenciarlo.

Desde la cárcel planificaron el secuestro

Tanto los autores materiales como los intelectuales están plenamente identificados. Los expertos del Gaes, que trabajaron con base en la tecnología,  inteligencia e  investigación, de acuerdo al método científico, no solo habían logrado ubicar la zona de cautiverio, sino a quienes tenían al muchacho en su poder y a los que ordenaron el secuestro, es decir, los autores intelectuales.

Precisamente, sobre los autores materiales o planificadores del plagio del estudiante se  dijo que pudieron establecer que fueron al menos cuatro reclusos que cumplen condenas muy largas, más de 20 años por homicidio, en un recinto penitenciario de la región andina, los que ordenaron el secuestro.

Los otros tres que lo ejecutaron, sencillamente serían el brazo ejecutor del plagio, pero que una vez los capturen deberán pagar ante la justicia por el delito de secuestro y extorsión.

De manera extraoficial, se pudo conocer adicionalmente que el dinero que exigían los secuestradores, esa suma tan exorbitante, era para presuntamente “deshacerse” de todo aquel que de una u otra manera tuviera que ver con el proceso judicial que envió a cuatro de ellos a prisión.  Contaban con ese dinero para comprar conciencias y acciones de quienes  ellos quisieran, y de alguna  u otra manera, poder salir en libertad, se dijo.

Doble secuestro

Ya un poco más claras las circunstancias en las que el  martes 13 de mayo secuestraron a Edgardo, se estableció que fue en un taxi de una línea de San Josecito que se movilizaron los secuestradores para plagiar al estudiante y luego darse a la fuga con él.

El conductor del taxi no fue cómplice, los delincuentes lo obligaron a conducir. Una vez perpetrado el plagio, liberaron al chofer, pero mantuvieron el taxi, por el cual le pidieron rescate para regresárselo.

El taxi fue recuperado por el Gaes, el 20 de mayo, cuando  el chofer denunció que estaba siendo extorsionado. En él hallaron importante evidencia que procesaron durante la investigación, que aún sigue abierta.

Fuente: anacion.com.ve

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