«Por la sombra eterna y cuajada de incertidumbre, sobre la camada de hojas secas, evitando el cuidado de los troncos bajos y el anuncio del quiebre de los ramas secas, marca el rastro una expedición. Van seis hombres de alma endurecida por la vida, doblados por el peso de las provisiones y de sus armas. Empiezan a horadar la soledad inclinados hacia adelante haciéndole venias a las distancias oscuras. Una que otra rama cae segada por el machete y el corte en el tallo queda señalando el rumbo que se lleva. Avanzan decididos, sus rostros insondables, sus nervios férreos como fieras sin acorralar. Solo un rumor espeso, que se confundía finalmente con el silencio, les llegaba del río, que arrastraba sus aguas en el fondo del barranco. Pasaban calcando la arqueada cola de la cordillera del Tamá…»
José L. Suárez.